Receta para hacer Feliz a un NiñoIngredientes:
Procedimiento
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Elaborado para todas aquellas personas que aman la niñez de la primera infancia.
miércoles, 26 de febrero de 2014
una rica receta....
La felicidad segun la edad del niño y sus factores
LA FELICIDAD,
SEGÚN LA EDAD DEL NIÑO
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Desde el nacimiento hasta los 2 años
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Las
experiencias infantiles impregnadas de afecto pasan a formar parte de la
personalidad a través de la memoria, aprende a andar y a hablar y su mundo se
expande.
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Desde los 2 años
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entran en su mundo las miradas ajenas,
disfrutan al ser mirados con cariño. A partir de ahora cobra gran fuerza
educativa la satisfacción ante el elogio o ante las muestras de aprobación de
aquellos a quien él aprecia.
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Hacia los 7- 8 años
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nos convertimos en actores y jueces: reflexión y libertad. Y aparecen el
orgullo y la vergüenza aunque no haya público.
• Hacia los 10 años: pueden integrar sentimientos opuestos. Empieza a darse cuenta de que los sentimientos deben controlarse. |
La felicidad es
algo subjetivo, que tiene dos componentes, el afectivo, (la experiencia de
experimentar emociones positivas), y el cognitivo, (sentirse satisfecho uno
mismo con su propia vida).
Sólo un 10% de la felicidad depende de las circunstancias externas, y aunque la capacidad para ser feliz es algo innato, está en nuestra mano incrementarla. Poseemos un increíble potencial de mejora de la dicha y el bienestar que depende exclusivamente de nuestros actos y pensamientos, y podemos trabajar con los niños para que aprendan a ser más felices desde pequeños.
Sólo un 10% de la felicidad depende de las circunstancias externas, y aunque la capacidad para ser feliz es algo innato, está en nuestra mano incrementarla. Poseemos un increíble potencial de mejora de la dicha y el bienestar que depende exclusivamente de nuestros actos y pensamientos, y podemos trabajar con los niños para que aprendan a ser más felices desde pequeños.
FACTORES QUE INFLUYEN EN LA
FELICIDAD DE LOS NIÑOS
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Exterior:
es todo aquello que nos rodea y tiene que ver con las necesidades reales y
ficticias de las personas, las compras, los caprichos, etc. También tiene que
ver con el trabajo, la salud y el amor.
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Genética:
hasta un 50% de nuestra predisposición a ser felices es heredada, depende de
nuestros
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Uno
mismo: otro 40% de la felicidad depende de nosotros mismos desde la infancia
a la madurez podemos aprender a ser felices desarrollando una serie de
aptitudes.
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LAS 8 CLAVES DE LA FELICIDAD INFANTIL
1. Ser amable: los niños amables experimentan mayores niveles de
satisfacción y energía, se vuelven más cariñosos y agradables y gozan de
estabilidad en su ámbito social (colegio, fundamentalmente). No en vano, varios
estudios han demostrado que, en la edad adulta, la amabilidad y la inteligencia
son los rasgos más relevantes que se tienen en cuenta a la hora de buscar
pareja en cualquier cultura.
2. Dar las gracias: los niños que desarrollan su actitud de reconocimiento y gratitud hacia las cosas que poseen entienden lo habitual como un regalo que, además, favorece la estabilidad mental y enriquece su crecimiento en el entorno familiar. Cuando se muestra respeto por las cosas que hacen por nosotros, valoramos también lo importantes que somos para el grupo, generando un sentimiento de pertenencia y seguridad dentro de la comunidad.
3. Positivismo: los niños educados en una interpretación positiva del mundo son niños más seguros y creen
más en sí mismos. Las personas positivas tienen un mayor control de su mente y
las interpretaciones que ésta haga de la realidad son fundamentales para
definir la calidad de vida percibida y alcanzar la plena felicidad. En la edad
adulta, el positivismo ayuda a encontrar oportunidades (a nivel personal y
laboral) y enfocar las soluciones de manera más directa. Además, suelen ser
personas generosas, persistentes y responsables que se deprimen menos y tienden
a ser enormemente apreciadas en sus círculos sociales debido a la empatía y
energía que genera esta actitud.
4. No etiquetar: las etiquetas limitan y perjudican el desarrollo de la identidad del niño. “Eres un niño malo” o “vaya niña más llorona” son descripciones que se utilizan cuando los pequeños reiteran sus actitudes y que predisponen al niño a moldear su actitud para encajar en este perfil. La mejor manera de desarrollar la felicidad en la infancia es tratarles como si fuesen lo que deberían ser para convertirles en lo que potencialmente pueden ser: no debemos cometer el error de etiquetarle como si el ser malo fuese algo inherente en el niño y que no se puede cambiar; de esta forma sólo conseguiremos que el niño se habitúe al adjetivo y que lo viva como “yo soy así, y por tanto no lo voy a cambiar”. Podemos establecer como alternativa: “Eres un niño bueno pero te estás portando mal”, focalizando hacia la actividad concreta que hace mal.
5.
No dramatizar: cuanto antes comencemos a educar a
los niños para que le den
a las cosas su justo valor, mejor diferenciarán y aprenderán a distinguir los
rasgos realmente importantes de la vida. En ocasiones, se ve como hay padre que
dramatiza porque su hijo ha suspendido un examen, cuando hay una recuperación
posterior donde puede superarse a sí mismo, y no le damos importancia a
conductas que sí se debe extinguir, como pegar a sus hermanos o a otros niños,
insultar o faltar al respeto.
6. Logro personal: los niños son un 49% más feliz si consiguen sus objetivos por méritos propios. Los psicólogos utilizan el principio de Restricción de Privilegios (ordenador, móvil), para provocar la reacción de normalización por parte del niño “consentido”, que aparece tras reacciones iniciales de rabia del niño y resistencia de los padres ante la eliminación de objetos cotidianos, muchos padres lo verbalizan como “hace mucho tiempo que no veía a mi hijo tan tranquilo.” Desde que son bebés hasta la adolescencia, los niños sufren de manera creciente en los últimos años el “síndrome de niño insaciable”, donde sus actitudes desembocan en problemas de personalidad y conducta, provocando aislamiento, marginalidad e insatisfacción personal.
“Cada vez los hijos tienen más de más cosas y no por ello podemos afirmar que son más felices, es más, podemos afirmar que cuando les faltan ciertas cosas que ellos han llegado a considerar imprescindibles, como el móvil o el ordenador, sus reacciones de rabia son intensas. Además, en general, cuantas más cosas tienen los hijos, más cosas quieren por la progresión insaciable que supone el tener frente a la gran demanda que existe hoy día. Y llega un momento en que los padres se encuentran incapaces de proporcionar más satisfacción. Los padres no se sienten más satisfechos porque ven que no disminuye el grado de exigencia en los hijos, aumenta el grado de inconformismo y disminuye la dedicación a actividades que requieren esfuerzo y que quizá son menos gratificantes a corto plazo, como estudiar o ayudar en tareas propias de casa”.
7. Autonomía: los niños desarrollan su
independencia del entorno paterno conforme van creciendo, esto potencia la autoestima del niño
y su confianza en sí mismos. Dejar que juegue solo o que realice algunas tareas
del hogar sencillas es también una manera de educar en la igualdad. Se trata de
favorecer una correcta autonomía en el niño que le haga más feliz y más seguro.
También es bueno dejar que el niño esté enfadado en algunos momentos, los
padres tienden a “salvar” a sus hijos de cualquier sufrimiento pero esto limita
su independencia y capacidad de experimentar sus sentimientos. No es malo
sentirse triste a veces.
8. Inteligencia emocional del niño: es muy importante educar al niño para que desarrolle estas habilidades, esto es, aprenda a controlar y regular sus emociones para resolver los problemas de manera pacífica. Esto genera tranquilidad y armonía en el carácter de los pequeños: las emociones son buenas, y los niños reaccionan de una forma física ante ellas, produciendo por elementos bioquímicos generados por el cerebro que ayudan a detectar si hay peligro, a protegernos del daño, a superar nuestros miedos, etc. Adecuando a cada edad para saber qué habilidades hay que desarrollar en cada etapa, los niños desarrollan su conocimiento individual personal, su identidad, su autoestima y determina en gran medida el éxito en la vida adulta.
Por edades...
- Desde el nacimiento hasta los 2 años: Las experiencias infantiles impregnadas de afecto pasan a formar parte de la personalidad a través de la memoria, aprende a andar y a hablar y su mundo se expande.
- Desde los 2 años: entran en su mundo las miradas ajenas, disfrutan al ser mirados con cariño. A partir de ahora cobra gran fuerza educativa la satisfacción ante el elogio o ante las muestras de aprobación de aquellos a quien él aprecia.
- Hacia los 7- 8 años nos convertimos en actores y jueces: reflexión y libertad. Y aparecen el orgullo y la vergüenza aunque no haya público.
- Hacia los 10 años pueden integrar sentimientos opuestos. Empieza a darse cuenta de que los sentimientos deben controlarse.
La felicidad es algo subjetivo, que tiene dos componentes, el afectivo, (la experiencia de experimentar emociones positivas), y el cognitivo, (sentirse satisfecho uno mismo con su propia vida).
Sólo un 10% de la felicidad depende de las circunstancias externas, y aunque la capacidad para ser feliz es algo innato, está en nuestra mano incrementarla. Poseemos un increíble potencial de mejora de la dicha y el bienestar que depende exclusivamente de nuestros actos y pensamientos, y podemos trabajar con los niños para que aprendan a ser más felices desde pequeños.
lunes, 24 de febrero de 2014
Más que un anillo de compromiso
Un muchacho entró con paso firme a la joyería y pidió que le mostraran el mejor anillo de compromiso que tuvieran. El joyero le mostró una hermosa piedra solitaria que brillaba como un pequeño sol resplandeciente. El muchacho contempló el anillo, preguntó el precio y con una sonrisa se dispuso a pagarlo.
-¿Se va usted a casar pronto? Preguntó el joyero.
-¡No!, respondió el muchacho, ni siquiera tengo novia.
Es para mi mamá, dijo el muchacho. Cuando yo iba a nacer estuvo sola; alguien le aconsejó que se hiciera un aborto, así se evitaría problemas. Pero ella se negó y me regaló la vida que hoy puedo disfrutar. Fue padre y madre. Amiga, hermana y maestra. Me hizo ser lo que soy. Ahora que puedo le compro este anillo de compromiso. Ella nunca tuvo uno. Yo se lo doy como promesa de que si ella hizo todo por mí, ahora yo haré todo por ella.
El joyero, sorprendido, no dijo nada. Solamente ordenó a su cajera que hiciera al joven el descuento especial que sólo se hace a los clientes importantes.
Reflexión:
Tenemos casas más grandes, pero familias más chicas.
Tenemos más compromisos, pero menos tiempo.
Tenemos más medicinas, pero menos salud.
Hemos multiplicado nuestras fortunas, pero interiormente estamos vacíos.
Hablamos mucho, amamos poco y odiamos demasiado.
Hemos llegado a la luna y regresamos, pero tenemos problemas para cruzar la calle y conocer a nuestro vecino.
Hemos conquistado el espacio exterior pero no el interior.
Tenemos mayores ingresos, pero menos moral y felicidad.
Estos son tiempos con más libertad, pero menos alegría.
Con más comida, pero menos nutrición.
Son días en los que llegan dos sueldos a casa, pero aumentan los divorcios.
Son tiempos de casas más lindas, pero más hogares rotos.
Por eso, siéntate en la terraza y admira la vista sin fijarte en las malas hierbas; pasa más tiempo con tu familia y con tus amigos en el campo, en la playa; come tu comida preferida; visita los sitios que te gustan.
La vida es una sucesión de momentos para disfrutar, no es sólo para sobrevivir.
Escribamos aquella carta que pensábamos escribir.
Digamos hoy a nuestros familiares y amigos cuánto los queremos.
No retrases nada que agregue alegría y felicidad a tu vida.
Cada día, hora y minuto pueden ser especiales.
sábado, 22 de febrero de 2014
Para mi hijo con amor
Los niños son como el amanecer de cada nuevo día, lleno de esperanzas y alegrías.
Tu eres mi mayor alegria y el regalo más lindo de Dios, Te amo hijo mio.
viernes, 21 de febrero de 2014
viernes, 14 de febrero de 2014
3 COSAS QUE UN NIÑO NOS ENSEÑA...
Hay 3 cosas que los niños pueden enseñar a los adultos: a estar siempre
contentos sin un motivo aparente, a estar siempre ocupado en algo y a
exigir con todas sus fuerzas algo.
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